El exilio de la infancia.
Platicamos con nuestro colaborador Eduardo Islas Coronel sobre las influencias que inspiraron su obra ganadora “No sé por dónde empiezan a romperse los objetos”.
“Los artistas son la antena parabólica de la civilización”
Ezra Pound
El pasado 20 de julio Eduardo Islas Coronel, docente y colaborador de la Universidad La Salle Pachuca, recibió el Premio Estatal de Poesía Efrén Rebolledo 2018, por su obra “No sé por dónde empiezan a romperse los objetos”. El egresado en la carrera de Ingeniería Mecatrónica culmina una etapa de trabajo celebrada con el más alto reconocimiento que puede ofrecer el estado de Hidalgo a un poeta.
“Me encuentro muy feliz sobre todas las cosas porque cierro un ciclo con el que había estado muy involucrado y ya puedo empezar a pensar en otros proyectos que quiero desarrollar. Además siempre es lindo que reconozcan tu trabajo”. Con tan solo 25 años de edad el camino dentro del oficio de la escritura ha sido largo y de mucho aprendizaje para el joven poeta, iniciando hace cerca de 10 años en un taller de escritura con Diego José.
Algunos de los trabajos incluidos en el poemario datan de aquella época, por lo cual, al tener una amplia cantidad de material, Eduardo decidió abordar en este primer poemario aquellos escritos relacionados con la infancia. “Creo que es un territorio que dejamos perdido en el pasado. Cuando crecemos somos exiliados de la infancia y al final no podemos regresar a ese sitio”.
Dentro de su escritura Eduardo gusta de encontrar en los primeros años de la vida una relación intrínseca con lo que quiere comunicar en sus poemas. El título de la obra está inspirado precisamente en la anécdota de un reloj que su padre le regaló en la niñez. “Es como una patria que cuando dejamos atrás se fragmenta, y precisamente de esa época solo nos quedan fragmentos, detalles muy específicos como lugares o colores, pero nunca la verdad”.
Su escritura también se nutre de sus años universitarios donde, contrario de lo que podría pensarse, el escritor hidalguense transformaba las explicaciones de su maestros sobre mecánica o eléctrica en cuestiones poéticas. “Más que verlo como cuestiones opuestas creo que muchas veces mi poesía se alimenta de lo que yo aprendí en la carrera. De hecho por ahí, en el libro la primera serie poética, habla de la paradoja de Aquiles y la tortuga, que precisamente es el tema con el que abro las clases que imparto de cálculo diferencial”.
Ya sea como docente de diversas materias en bachillerato o como Coordinador del Grupo de Pastoral Universitario del campus La Concepción, Eduardo es una persona que con su sencillez y trabajo inspira a la comunidad lasallista. Es por eso que creemos que este reconocimiento es solo el inicio de una carrera prolífica y exitosa dentro de una de sus más grandes pasiones: La poesía.
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